EL MARCO
ARTE A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

Cuando pensamos en decorar nuestro hogar buscamos el sofá más cómodo del mercado, la consola de última moda y el televisor de alta gama. Pero alguien me dijo una vez que la auténtica decoración está en los pequeños detalles y los verdaderos hogares son aquellos que cuentan una historia.
El enmarcado es una técnica que tiene sus orígenes en civilizaciones como el antiguo Egipto, Grecia o Roma y que a lo largo de la historia ha ido pasando de ser un mero delimitador de una obra de arte a ser por sí mismo auténticas obras de arte.
Varios historiadores coinciden en que el marco surgió en Grecia, en el siglo IV a.C con el único fin de hacer de soporte a las pinturas para facilitar su transporte.
Más tarde, en la pintura mural romana se desarrolla un sistema para poder colgar la pintura en la pared, con un cordón que pasaba por encima de los dos ángulos superiores del marco y que se sujetaba a un gancho. Por estos entonces, era frecuente proteger a las pinturas con unas puertas que cubrían la obra de arte.
Por tanto, se puede decir que la historia del enmarcado está ligada a la del propio arte.
Si bien los orígenes del marco se remontan a la antigua Grecia, también en Egipto, se utilizó algo parecido a lo que hoy conocemos como marco en los ritos funerarios y las prácticas de momificación.

Alta edad media, los inicios de un arte

Si bien podemos remontar el origen del marco en las grandes civilizaciones de la historia, es en la época bizantina cuando se empieza a utilizar el marco tal y como hoy lo conocemos.
A principios de la Edad media, en el siglo XIII, se produjo un punto de inflexión en lo que a la historia del enmarcado se refiere, ya que fue el momento en el comenzaron a tener popularidad. En esta época del Renacimiento, los lienzos empezaron a cobrar importancia y las pinturas se hacían sobre tablas de madera, decorando los cantos de éstas según el estilo del templo en el que se albergaba la obra, normalmente con pintura dorada. Pero los artistas, que sufrían por sus obras, comenzaron a agregar unos listones de madera en los bordes de las pinturas para evitar que éstas se arquearan con el paso del tiempo. En Italia, a esta técnica se le conocía como casetta, ya que tenía forma de caja.
Éste es el punto de inflexión del que hablábamos al principio, pues aunque estas barras de madera se consideraban unos refuerzos para las pinturas, se habían convertido en una parte fundamental y que venía intrínsecamente unida a las obras de arte.
Poco a poco, a lo largo de este siglo comenzaron a confeccionarse los marcos construidos de manera independiente a la obra.

Baja Edad Media, la consolidación

Fue en el último periodo de la Edad Media donde las obras de altar tomaron una alta relevancia y se creaban verdaderas obras de arte a su alrededor. En las iglesias se comenzaron a construir ostentosos retablos llenos de imágenes que se encontraban delimitadas por una enmarcación. También los templos eran decorados con obras más pequeñas, en su mayoría paneles pintados en forma de dípticos o trípticos sujetos entre sí por bisagras adornados con grandes marcos de molduras bastantes ornamentadas, frecuentemente de oro y piedras preciosas que hacían referencia a la simbología que representaba la Gloria de los Cielos. Es una gran etapa para el desarrollo del marco puesto que debido al uso que se le daba, se relacionaba de manera intrínseca con lo espiritual y divino. En esta época ya se podían encontrar enmarcaciones policromadas, talladas con hojas, rosetones y gallones.
Comienza a ampliarse la demanda y una vez llegado el siglo XV los encargos de pinturas y marcos para lugares de culto religioso así como para las residencias de la realeza y la nobleza se disparan. 
Todo ello hace que comience a surgir una nueva especialidad de artesanía de artículos de lujo, apareciendo la figura del enmarcador. 

Venecia, ciudad del marco

En esta línea de apogeo del arte, era de esperar que la ciudad italiana de Venecia destacase en todo el siglo XVI, por convertirse en uno de los lugares más importantes y especializados en la fabricación de marcos, con unos diseños bastante recargados, acorde con el estilo de ostentosidad de la época.

 

En los siglos venideros, la cultura del enmarcado a medida va evolucionando y extendiéndose.

En los grandes imperios como España y Gran Bretaña y también en otras zonas de Europa como Italia y Países Bajos, se comenzaron a utilizar marcos manieristas que se caracterizaban por incorporar unos recargados elementos escultóricos o arquitectónicos.

 

Pero fue en otro gran imperio y otra gran cuna del arte como es Francia, donde se diseñaron marcos de corte aristocrático muy elegantes que luego sirvieron de referencia para marcar las tendencias en años posteriores.

Luis XIII, el rey de los marcos

En el periodo de reinado de este rey francés interesado por la música y el dibujo y quizás influenciado por su madre María de Médici que era una gran coleccionista y mecenas de arte, la corte francesa se alimentó de las influencias italianas.

Creando su estilo propio, las enmarcaciones galas disponían de un carácter particular que destacaba por el empleo de unas líneas planas sin excesivo grosor, donde los tallados pasaron a ser más profundos y elaborados, creando piezas únicas y elegantes, con un carácter más sofisticado que en otras cortes europeas.

 

Ya en el siglo XVIII, en la corte francesa el marco se separó por completo de las pinturas y tomó un carácter propio, pasando de ser un complemento a ser un importante elemento decorativo. Todo era susceptible de ser enmarcado: pinturas, espejos, tapices, invitaciones de la corte y cualquier otro elemento de recuerdo.

El siglo XIX y la producción en serie

Con la Revolución Industrial, el enmarcado se convierte en un procedimiento mecánico. Empieza a considerarse innecesario que cada obra precisara de un tratamiento concreto e individualizado. De esta forma, la utilización de yeso empleado para la enmarcación en épocas anteriores se elimina por completo y la madera pasa a ser única protagonista de un cuadro, ya que es un elemento más fácil de trabajar para una producción en serie.

 

En esta época el estilo comienza a cambiar, y donde antes se buscaba lo recargado y ostentoso, con grandes flores y entramados así como colores que insinuaban riqueza y lujo, ahora los artistas impresionistas se decantan por unos marcos más neutros y se deja de trabajar el color dorado y las piezas esculpidas.

 

En esta época muchos artistas eligieron el color blanco para la enmarcación de sus obras y otros incluso pintaron los marcos en los mismos tonos que la obra central, integrándolos en un todo que volvía a centrarse en el lienzo.

 

Desde el comienzo en Grecia y Roma pasando por los retablos, marcos cassetta, manieristas, barrocos, o neoclásicos, el marco ha ido siempre unido a las obras de arte, siendo un artículo de lujo no al alcance de muchos, y que ha servido para complementar a las obras pero en otras ocasiones ha brillado con luz propia con una esencia siempre dirigida al lujo y la riqueza.

Hoy día, en lo que arte se refiere, el marco es un complemento que puede cambiarse y que debe integrarse con la pintura viéndose pero sin ser el protagonista.

 

Somos nosotros quienes escribimos la historia y quienes marcamos las tendencias y estilos que se establecen en el tiempo.

En nuestro siglo el gusto por la decoración está cobrando cada vez más importancia y buscamos adornar una casa en una equilibrada combinación de comodidad y buen gusto donde los cuadros y las enmarcaciones le darán un toque de elegancia y personalidad a tu hogar. Una fotografía especial, un recuerdo de unas vacaciones inolvidables, una lámina de aquella ciudad que te marcó, un gran espejo con molduras que agrande el salón y le de personalidad, así como un espejo vestidor que aporte un toque elegante en nuestro dormitorio. Cualquier elemento es válido para enmarcar, para guardar recuerdos y por supuesto para decorar tu hogar dándole un toque único y particular.